Grandes que dejaron su huella
en la historia del Basketball


Omar Arrestia

El 12 de marzo de 1947, la ciudad de Salto vio llegar al mundo a quien a decir de muchos fue uno de los tres o cuatro mejores jugadores de nuestro básquetbol local, Omar “el Chumbo” Arrestia.
Lamentablemente por tratarse de un jugador del medio local y una época de la cual no se dispone de la misma cantidad y calidad de información de la que disponemos de jugadores más contemporáneos, es muy difícil encontrar datos estadísticos y cifras como acostumbra a proporcionar esta sección, pero eso no quita que el “Chumbo” no merezca un destaque como “inmortal”.

Un jugador y un tipo de perfil alto, con todo lo que ello implica. Amado por propios y odiado por extraños. Su “gran pecado” era la frontalidad, decir lo que sentía que había que decir. Un ejemplo? Saberse un grande en el medio local y compararse sin vergüenzas a los mejores y simultáneamente reconocer que a nivel internacional tal vez no calzara los puntos del gran Oscar Moglia o de “Tato” López.

Luego de sus inicios en Ferrocarril de Salto, el Cr. José Pedro Damiani se encargó de descubrirlo de acercarlo al básquetbol capitalino. Con apenas 19 años se incorporó al viejo Sporting y ese mismo año debutó en la selección uruguaya (1966). Un año después, en 1967, obtuvo el séptimo puesto en el campeonato del mundo, se coronó campeón sudamericano en 1969 y repitió la séptima ubicación en el mundial 1970.

Luego de su pasaje por el Sporting Club, fue contratado por Hebraica, equipo al cual lideró en la obtención de los títulos de campeón federal en los años 1975 y 1977. Solo el Aguada de Garretano pudo frenarlo en 1976.

Al año siguiente, en 1978, de la mano de Washington Catlaldi, concretó su gran sueño… fichar para el equipo de sus amores: el Club Atlético Peñarol. El aurinegro en esos tiempos contaba con dos míticos estadounidenses: Joe Mc Call y Bo Jackson. Pero aun así, la consigna era clara. El “Chumbo” y cuatro más! Su presencia goleadora, su condición de gran pivot, su coraje y su calidad lo llevaron a comandar el equipo rumbo a la obtención de los federales 1978 y 1979, en un Peñarol que indudablemente marcó una época.

Un ganador, un goleador, un combatiente, un calentón, un personaje… un grande! Y por si quedaba alguna duda, un gran conocedor de las cuestiones del básquetbol. Otro ejemplo? Un día recomendó a un pibe al cual le veía un cierto futuro: Nicolás Mazzarino.

Años más tarde, recomendó a Emiliano Bastón que, para el bien del básquetbol uruguayo, esperamos que confirme “el ojo del Chumbo”.

Su número fatídico fue el “61”, edad en la que el destino quiso que dejara este mundo. Pero apenas lo dejó de forma física, porque sin lugar a dudas “el loco Omar” es uno de los inmortales de nuestro básquetbol.

Nestor Barrosa

 

 

 


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